HASTA EL ABORTO, BABY
(a modo de prefacio)
Leer a Bloomerfield
por Luis F.Soto
Treinta puntos de sutura, un coctel tranquilizante a base de valium, rohipnol y otros polvos mágicos, son las secuela necesarias de este viaje indescriptible
a través del horror. El ya célebre autor de frescos y antológicos cuentos como “Acabatú” y “Por sus frutos”, nos arrastra esta vez a través de un universo
candente, un exótico viaje por un mundo cruel y desgarrador donde se mezclan el hambre y el sexo. No cansa, no, Bloomerfield nos sigue deslumbrando, sorprendiendo
con el juego de los claroscuros de la propia mente humana y cotidiana. Esa mente que está a un metro, quizás dos de distancia, en la calle o en el mismo
edifico o ciudad donde vivimos. Bloomerfield escarba la grieta, la fisura en la masa neuronal y deja a la vista el abismo más profundo.
A partir de “Sal de Ahí”, una historia donde una alacena vacía da tela para el ingenio de una madre perversa en el ejercicio del horror con su propia hija,
punto de partida de una gira descomunal, destructiva, antropófaga en algún punto, pasando por la declaratoria acerca de la mujer, o el experimental y logrado
relato de Espacio Contratado, la prosa poética de Espejo Fundido, en todos los que la muerte, el sexo, la mujer, la paternidad, están en la punta de la
lanza ensangrentada que Bloomerfield clava a diestra y siniestra, horadando, buscando la profundidad en que se agazapa lo prohibido y lo increíble.
Su autor –quien sabe porqué extraño designio- me ha condenado a escribir su prólogo (siempre es un honor escribir un prólogo) pero más aún al tratarse
de este libro que tengo entre manos… y entre manos es una forma de decir, ya que está frente a mí en la PC, destilando sangre, rabia, crueldad y un resentimiento
en sus personajes que sólo encontrarán la redención del agobio cotidiano a través del ejercicio del sadismo más descarnado. Personajes que en última instancia
hacen a la propia existencia del autor, casi como para creer que algunos cuentos son parte de su biografía más actualizada. Y el remate final, Los susurradores,
uno de esos cuentos que nos dejan pensando; original, desalentador y surrealista.
Creo que hay que inventar un término para definir este estilo, sus temas y la mirada de este hombre: Bloomerfiano, sí, creo que otro no es posible. No
hay nada que defina mejor a Bloomerfield que Bloomerfield mismo. Lo demoníaco frente a él se convierte en un juego de niños.
Lector, convendrás conmigo en que este autor no pasa desapercibido. O se lo ama o se lo odia, o las dos cosas al mismo tiempo cuando se lo lee.
Y algo más, nunca volverás ser el mismo después de leer a Bloomerfield. He pasado por esa experiencia varias veces. Tu destino se centra en escasas posibilidades
de existencia. O te conviertes en un asesino serial, un suicida, o un sicótico alucinado delirando entre las cuatro paredes de un incendio mientras busca
un bebé, y se encuentra frente a un gorila de dos cabezas.
Buenos Aires, medianoche de un domingo de Octubre del 2004
Luis F.Soto
Si el presente libro te agrada, compártelo con tus amigos. Si te desagrada, no olvides enviárselo a tus enemigos.
Gerardo Bloomerfield
Sal de ahí
CUENTO EXTRAÍDO DE SU LIBRO “HASTA EL ABORTO, BABY”
La vieja alacena sin puertas estaba lo suficientemente vacía como para contener todas las ideas que el hambre pudiera parir. Y es que el hambre suele
ser fértil. Casi todas las sensaciones desagradables suelen ser tan fértiles, como estériles suelen ser los placeres.¿No es eso jodido? Las alacenas parecen
mas olvidadas, justo cuando mas se recuerdan…
La mamá de Lucy miró a su alrededor mientras algunas gotas de sudor cambiaban de rumbo con el giro de su cabeza: las cortinas de plástico estampado, el
desorden general de la modesta vivienda y maldijo su lugar en la ciudad , en el mundo y ya que estaba, en el universo también.
Estaba sentada a una mirada de distancia de su hija, en la mesa desvencijada que ya no soportaba un clavo mas, mientras revolvía aquella taza, la única
que quedaba sana de todo el juego, y dejaba que su hambre diera a luz la idea.
Era necesario para levantar el negocio, el humilde negocio. No era necesario que Lucy lo comprendiera, ni siquiera era necesario que colaborara. Ya crecería…
todas crecen, todas se mueren un poco cada día. Las flores.. las niñas…
-Ahora quédate quieta….
La frase fue una caricia, pero Lucy sintió el dolor elevarse desde su dedo meñique hasta las sienes atravesando su espina dorsal como una especie de electricidad
fría.
El palillo de madera, el mondadientes untado en sal fina había sido introducido en su dedito, justo allí entre la carne y la uña y había llegado desde
el lado de adentro casi hasta la cutícula. La madre tomó especial precaución de que la aguda punta de madera no se introdujera en la carne, sino antes
bien, que fuera abriéndose paso, separando la uña de la parte posterior de la yema que debía cubrir, dejándose ver desde afuera cubierto por la uña como
por un cristal.
Lucy estuvo a punto de levantarse de la silla, de correr, de gritar….porque llorar no parecía ser suficiente. Las lágrimas no eran ni alivio ni consuelo
ante semejante dolor en su dedo que punzaba como un segundo corazón al contacto de la sal. Pero la mirada severa de su madre la atornilló a su asiento.
-No es necesario que lo comprendas… ni siquiera que colabores. Solo quédate quieta que aun faltan cuatro dedos mas en esa mano. Y cuatro palillos mas…
por ese dedo….
Y volviendo su atención a la manito de su hija contempló con qué destreza había logrado meter la mitad del pequeño palillo untado de sal entre la carne
y la uña. Ni una manicura lo habría hecho mejor, aunque las manicuras claro esta no se dedican usualmente a meter astillas de madera bajo las uñas de los
clientes. La mama de Lucy tampoco… pero era necesario, esta vez era necesario.
Tomó otro de los palillos que reposaban en la taza de agua salada, y se dispuso a repetir la operación en el dedo anular.
-Este solo lo usarías en caso de casarte cuando te colocan una argolla ahí a cambio de la argolla que tienes entre las piernas… pero vas a terminar
cogiendo por el culo antes de los 14, como yo y tu abuela antes de ti… y ningún hombre se casa con una mujer que tenga el culo cogido… No en serio
al menos.
Y le hizo un guiño cómplice, esperando que la niña se riera.
Pero no se rió. Se quedó hundida en su vestidito color rosa como si la silla la fuera a tragar de un momento a otro, mordiéndose el labio inferior de
dolor.
Tal vez su mamá se sintió frustrada de que la nena no comprendiera el chiste, así que levantó la uña con uno de sus dedos y allí donde uña y carne se
abrían como una boca a regañadientes, introdujo aquella astilla de madera puntiaguda, la segunda, bruscamente, mientras acto seguido golpeaba con la mano
cerrada desde arriba y hacia la mesa, a modo de martillo para afirmar la áspera y salada espina dentro de la carnosidad.
Ahí si , Lucy no pudo mas y se levantó gritando convulsivamente sacudiendo su manito. Pero su mamá era rápida para mover las manos también, y el sartén
que estaba encima de la mesa, vacío y sin uso desde hacia varios días, pronto fue a parar a la cabeza de la pequeña.
¡TRONK! (y el metal quedó vibrando como una campana)
-¡Quédate sentada ahí niña! No es necesario que lo entiendas ni que ayudes, solo quédate ahí…
Lucy se rascó la cabeza donde había recibido el tremendo golpe totalmente aturdida, pero al hacerlo uso la mano donde ya tenia dos palillos de madera
clavados por debajo de sus uñas, sintió el arañón de aquellos palillos punzantes en su cabeza, los sintió enredarse en sus rizos… y al rascarse la madera
se partió levantando las uñas en el proceso y arrancándolas de cuajo.
Su madre se puso fuera de si.
-¡Maldita idiota! Con el trabajo que me dio meterte esos palillos sin que se rompieran, vas y te los arrancas… ahora deberemos volver a empezar pero
con la otra mano…. NO espero que lo entiendas hija. Tampoco que me ayudes. ¿Es tanto pedir que te quedes quieta cinco minutos, como cuando Godofredo
te tocaba entre las piernas?
La niña recordó a Godofredo. Había sido su papá por 72 horas. Y si.. solía quedarse inmóvil mientras el analizaba esas partes que otras niñas decían que
no se debían mostrar. A cambio le daba dinero a su mama. Pero Godofredo no le produjo dolor. Y en cambio ahora lo sentía…
El dolor..
Se puso a llorar. Si solo pudiera complacer a su madre, si solo pudiera disfrutar del dolor.. ¡o si pudiera no sentirlo! Ella no quería comprender a su
madre, tampoco ayudarla. Pero quería complacerla.
Se acercó tímidamente, con esa sonrisa de sol bañada por las nubes de sus lágrimas bajo su cabello rubio como el trigo maduro que coronaba su vestidito
rosa. E intentando sonreír extendió su manito virgen, la izquierda a su mamá y le dijo:
-Me sentaré y me quedaré quieta jefa pero ya no me pegue con el sartén….
Cuando lo dijo, mama ya estaba poniendo sal y agua en la taza de té….
* * *
En la colonia había muchos puestos de comida. La competencia era feroz. Y todos habían comenzado hacia años a buscar la forma de destacarse para atraer
clientes.
La puta del puesto 14, directamente atendía desnuda el carrito. Entonces la gente lo conocía como el carro donde la dueña atendía desnuda…y mas no fuera
para verle las tetas, se acercaban. Pero pronto muchos la imitaron y ya paso desapercibida.
Entonces apareció la Gladys, que por cada orden de tacos que servía metía la mano en el aceite hirviendo , la cual se le ampollaba horriblemente. No pocos
clientes iban a ver exclusivamente ese espectáculo, pagando la comida solo por mero trámite.
Pero luego otras cocineras comenzaron a untarse grasa ardiendo en la cara, y no pocas a cortarse trozos de dedos con las hachas de picar carne.
Era difícil encontrar algo que llamara la atención de la multitud de gente que caminaba perdida por la calle 9, la calle de los puestos de comida.
Pero aquella mañana el puesto de la mama de Lucy estaba lleno a rebosar, no solo vendió todas sus existencias de carne con su correspondientes sodas,
sino que hasta recibió propinas suficientes para comer un mes. El sartén, ya tendría uso… y la alacena, dejaría de estar vacía.
Sonrió satisfecha mirando a uno de los clientes que ni bien terminar su carne le dijo con cara de ansiedad morbosa:
-Disculpe… ¿un palillo para limpiarme los dientes?
La madre de Lucy sonrió, dirigió la vista a su hija haciéndole señas de que extendiera donde le iban quedando. Algunos clientes groseros levantaban de
a mas de un palillo para arrancar la uña de raíz y sentir el chasquido seguido del llanto agudo de aquella niñita rubia que se mordía el labio inferior
ocultando la carita detrás de los rizos.
-Sírvase…salados con sal fluorada para prevenir la caries.
La madre de Lucy era servicial, y exitosa. Es que no solo es importante satisfacer a un cliente, sino hacer dinero a costa de él. Cuidar la salud de sus
dientes era un premio extra, pensó la buena mujer escuchando el alarido de Lucy que hacía equilibrio parada en una sola piernita, mientras se quebraba
al medio la uña del pulgar de su pie ante el arrebato de aquel hombre.
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